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Juana Córdova

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Author Archives: Administrador

Exhibiciones, Noticias |

October 25, 2018

| Administrador

Juana Córdova, las derivas de una melancolía orgánica, material

Fausto Rivera Yánez, editor


Foto: Carina Acosta / EL TELÉGRAFO

 

La artista cuencana, que vive hace ocho años en un sitio incierto de la Costa ecuatoriana, en la punta de un acantilado, construye su etérea obra a partir de los espacios que habita. Su trabajo se expone en la galería Más Arte.

El camino que conduce hacia la playa de Los Frailes, dentro del Parque Nacional Machalilla, está recubierto de una capa de asfalto oscura, densa. El calor de la zona provoca que aquel manto artificial se ablande y transforme en una superficie chiclosa que opera como una trampa mortal para varios tipos de especies, como las mariposas.

Los lepidópteros -que allí habitan en cantidades tan abrumadoras como diversas, sobre todo cuando ocurrió el último fenómeno de El Niño costero- posan sus patas sobre el ardiente asfalto -quizás para descansar, quizás para estar- y no vuelven a moverse más. Perfectamente erguidos con las alas extendidas, esos livianos animales mueren sobre ese camino que representa el “progreso”.

Juana Córdova, artista cuencana radicada hace ocho años en un punto incierto de la Costa ecuatoriana, en el borde de un acantilado que está a 100 metros sobre el mar, donde escucha el golpe de las ballenas contra el agua cuando juegan o avista el sutil aleteo de múltiples especies de aves, ha hecho de su obra una extensión más del lugar donde habita.

La artista recolectó las mariposas muertas que encontró cuando iba hacia Los Frailes, para luego desarmarlas y quedarse con sus alas coloridas. A estas extremidades las recubrió de una resina transparente y construyó con ellas una especie de manto que recrea un Big Bang. La muerte como la posibilidad de una nueva pero crítica vida.

Esta obra se denomina “Alas de invierno” (2017) y se exhibe en la galería Más Arte, donde Juana presenta una serie de piezas realizadas en los últimos tres años y cuyo eje reflexivo no se ha trastocado: indagar en los vestigios de vida como un camino para perder el miedo a la muerte.

Sus primeros trabajos  fueron hechos de huesos de pescado o pollo, y funcionaban como  homenaje a los animales comestibles.

Juana, con una precisión de cirujana y una vocación científica, arma nuevas estructuras a partir de esos objetos muertos –alas, huesos– y los inmortaliza, los preserva para el futuro, los protege del daño que provoca el antropocentrismo, el desarrollo. Ya nadie, ahora, los puede lastimar.

En contraposición con “Alas de invierno” se proyecta el video “Chapuletas” (2016), que registra el intenso aleteo de polillas que van dejando una estela fugaz de vida en medio de la noche.

En “Avistamiento” (2018), Juana vuelve a usar la resina para recubrir las alas de diversos tipos de aves marinas y continentales con las que convive a diario, como  fragatas, buitres, pelícanos, cigüeñas, garzas, gaviotines y gaviotas. Esas alas de colores blancos, grises, cafés y negros están suspendidas en largas hileras como si recrearan un nuevo vuelo, una nueva posibilidad de fuga.

Los tonos que emplea la artista en su propuesta son los mismos que la naturaleza le brinda. De voz liviana y mirada sobrecogedora, Juana dice, añadiendo siempre diminutivos a las palabras, que no está en contra del color.

“Siempre vas a ver el color real de la materia en mi obra. Me importa más la materialidad totalmente honesta, por eso no me gusta tanto la pintura, no me identifico. El material se vuelve simbólico, y mucho más si son vestigios de vida de esos animalitos”.

Las derivas
Juana vive en la Costa con su esposo Sebastián Malo, quien colabora en la ejecución de sus obras; es su compañero de rutas y diseñador gráfico.

Rodeados de un bosque tropical nublado, viven la mitad del año en una garúa intensa, suspendidos sobre una nube blanca que bloquea el firmamento. El resto del año, el calor llega a temperaturas escandalosas.

Las caminatas de Juana son su momento para reflexionar y pensar en su trabajo, uno que se nutre de la recolección de diversos materiales que la propia naturaleza le provee. En una de sus derivas por la playa de Río Chico, Juana encontró diferentes tipos de piedras con “personalidades” únicas. A estas, sin moverlas del sitio donde las halló, las duplica dibujando su contorno, como si extrajera el alma de un ser inerte que luego será borrado por el mar. Esta serie se llama “Bipolares” (2016) y está hecha en fotografía digital.

Al frente de estas imágenes se ubica uno de los objetos más estremecedores de la muestra: un fósil de almeja gigante que aparentemente es una concha spondyllus. Hallado en otra de sus derivas,  la artista le hace un corte cilíndrico perfecto a este fósil cargado de una melancolía milenaria y lo expone sobre una base de piedra y arena rosada como testimonio del transcurrir del tiempo.

El escritor inglés William Hazlitt, en De las excursiones a pie, decía que al viajar a lo largo de campos estériles es “incapaz de formar una idea de tierras boscosas y cultivadas. Considero entonces que todo el mundo ha de ser yermo, como la porción que de él contemplo”.

La obra de Juana revela la belleza pura que late a su alrededor, pero también testifica el debacle de la humanidad que por sus caprichosas necesidades está gestando ese “mundo yermo”.

En “Still life” (2018) construye un jardín muerto hecho con palos sobre una base de plomo que recuerda a los muñecos porfiados, unos que van y vuelven, inquietos. En “Cambio de piel” (2018) sobrepone las escamas de dos serpientes proyectando un firmamento o un ser imposible, sin cabezas; esta es una forma de dibujo expandido.

Y en “Simulador” (2018), Juana ubica una hamaca para que el espectador observe una videoinstalación que captura el recorrido de unas aves en medio de la garúa. Es una inmersión a un mundo crudo, pero todavía vital. (I)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/10/juanacordova-organica-material

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October 17, 2018

| Administrador

Acantilado

Galería + Arte  – Quito

17 de octubre – 16 de noviembre
Av. 12 de Octubre N26-48 y Abraham Lincoln

Textos: Pily Estrada Lecaro


El Acantilado de Juana Córdova

En el acantilado en el que habita hace varios años, la obra de Juana Córdova ha densificado su conciencia del mundo y ha puesto al descubierto su fragilidad. Las piezas reunidas en esta exposición contienen, en la intimidad de su producción y su materialidad, la percepción sutil y cotidiana de la artista ante su entorno.

La persistencia con la que la artista colecciona incontables piedras, plumas, ramas, pieles y alas de mariposa que luego convierte en obras, hacen de su labor obsesiva un testimonio latente de los rezagos de vida en los caminos y el mar a las orillas del Océano Pacífico.

En esta obra se coteja una predominante formalidad con el desconsolador peso de la muerte que la atraviesa silenciosamente. En su trabajo, como en su vida, la naturaleza es a la vez excusa, motivo y revelación; la certeza de la muerte como la más clara revelación de la vida.

Juana sabe que el mar con el que convive lleva y trae memorias, objetos y recuerdos. Ella los conoce y los elige con cautela.

Quizás uno de sus más alucinantes hallazgos es el Fósil de almeja gigante que guardó por varios años. Luego decidió descubrir -y mostrar- lo que más le interesaba de él: Extrajo un cilindro perfecto del centro de la piedra, exteriorizando los estratos geológicos que la componen. Este bloque de materiales sedimentados, es un diario que guarda en sus capas siglos y siglos de golpes de agua, tierra y viento.

En Bipolares retrata decenas de piedras de la playa Río Chico y, al costado a cada una, duplica su contorno dibujándolo en la arena. Con esta acción la artista procura extraer el espíritu de estos seres inertes, como si estuviese marcando el cuerpo en ausencia, a pesar de que el propio cuerpo sigue presente. El ejercicio que realiza anticipa las ausencias por venir, como advertencias temporales, demarcando lotes mortuorios que se borrarán cuando los bañen las olas del mar.


Fósil (2016) / Bipolares (2016)


Cambio de piel
es una pieza de una sencillez abrumadora. Dos transparentes pieles de culebra encontradas en los senderos, son fusionadas delicadamente para convertirse en un solo cuerpo. Un cuerpo sin cabeza. La zoofagia perpetua que replica el destino de la naturaleza a manos de los humanos.

El dibujo de escamas, doble y único a la vez, recuerda también a la manipulación del humano sobre la naturaleza. En un mundo en el que parece que la conciencia ecológica aumenta, también ratifica que con la multiplicación del acceso e información existente, se multiplican también las posibilidades de hacer(nos) daño.


Cambio de piel (2018)

 

Un enmarañado grupo de polillas se alborotan y crean un dibujo vibrante a partir del movimiento natural. Estos insectos se llaman Chapuletas en la zona donde reside la artista y tienen una vida muy corta Los entramados que delinean en el video se asemejan a las formas que Córdova generó años atrás a partir de un ejercicio intuitivo en el que tejía delicadas formas con huesos de aves o peces.

Por su parte, en Alas de Invierno teje pequeñas alas de mariposas. Con un agobiante cuidado, posa una por una dentro de una trama traslúcida de resina. La estética composición abstracta guarda algo tétrico: Hacia el otro lado del manto cristalino se descubre la vida (Chapuletas) a través de su propio vestigio del fin (Alas de Invierno).


Chapuletas (2016) / Alas de invierno (2017)

 

La acción de acopio que Juana repite, una y otra vez, así como la clasificación de las plumas en el caso de Avistamiento, revelan el pacto tácito que la artista ha hecho con la naturaleza. Caminar, observar, encontrar, recolectar y reorganizar son parte de una rutina imprescindible para la artista.

Las plumas siguen volando rígidas, en columnas que manipulan su orden con una categorización y cuidado casi científico. La naturaleza congelada es una actualización del paisaje clásico, donde cada objeto tiene su lugar según un orden lógico.

Eso sucede, desde otro ángulo, con Still Life. El título de la obra hace del juego de palabras “naturaleza muerta” traducida del inglés, una aseveración. Al separar las palabras, still es quieto, parado, estático; life es vida. El bosque de ramas secas halladas en las peregrinaciones por las líneas costeras deja ver la devastación del tiempo y la contaminación, los remanentes de la vida.

El plomo que termina de matar a este bosque es el que a la vez le permite mantenerse parado, estático, quieto. Irónicamente vivo.

Ambas piezas denotan el trasfondo ecológico que rozará muchos de los trabajos de la artista, más que con un fin moralizador, con una resignación lúcida.


Still life (2018) / Avistamiento (2018)

 

Simulador nos pone, literalmente, en el lugar de la artista. Es un simulacro donde se suplanta la acción casi diaria de Juana, de avistar a los pájaros trazar sus danzas desde la hamaca.

Terminar la exposición con esta pieza, genera una conexión con el espacio habitado desde el que la artista crea. Simulador da contexto a su relación con la naturaleza, en la cual el ejercicio de observación se extiende al punto de sentirse más que un espectador, parte de ese paisaje.


Simulador (2018)

 

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May 26, 2018

| Administrador

Accidentes Geográficos. Arte Contemporáneo de Ecuador 2005-2018


Juana Córdova, Lugar protegido, 2007, objeto de plata y pintura sobre pared, 250 x 90 cm.
Fotografía: Cortesía de los curadores y Museo CAV La Neomudéjar ©2018

 

El Museo La Neomudéjar, en Madrid, presenta Accidentes Geográficos, una exposición que reúne la obra de 16 artistas y colectivos ecuatorianos contemporáneos, cuyas pequeñas geografías invitan a ejercitar una nueva mirada sobre un posible mapa del Ecuador. Comisariada por Dayana Rivera y Fabiano Kueva, la muestra incluye varias actividades educativas dirigidas al público de Madrid y la comunidad de ecuatorianos que viven y trabajan en esta ciudad. 

Accidentes Geográficos es un gesto que revisa la tradición de las “exposiciones” como forma de relacionamiento entre la metrópoli y las (ex)colonias, apuntando a la suspensión de ciertas retóricas vigentes desde hace varios siglos y al paréntesis en imaginarios recientes. Un antecedente clave para esta revisión es la Exposición Histórico Americana de Madrid (1892), organizada por España en el marco del cuarto centenario de la irrupción ibérica en Abya Yala (América).

Bajo el formato “pabellón”, el Ecuador de aquel entonces hizo énfasis en el “progresismo” de sus élites, el rasgo agroexportador de su territorio/paisaje y sus ecosistemas como fuente de materias primas, el inventario de objetos exóticos, es decir, pertenecientes a pueblos y nacionalidades indígenas, y de oficios o artesanías mestizas, como formas “civilizadas y florecientes” ante el comercio mundial. El paradigma de la Exposición Histórico Americana fue el hispanismo, la lengua y la herencia española como componente identitario de las “jóvenes naciones americanas”, que en conjunto produjeron un gran Accidente Geográfico denominado “Hispanoamérica”.

Un siglo después, en pleno despegue globalizador, se da el denominado Quinto Centenario: el encuentro de dos mundos, entre cuyos eventos principales estuvo la Expo Sevilla 1992. Como una resonancia del siglo XIX, España acoge los “pabellones nacionales”, esta vez a modo de vitrinas de “la democracia y el desarrollo”; sin embargo, la constante fue la lógica “extractiva” y “exótica” ya instituida. Abya Yala (América) como paraíso empresarial, esta vez bajo el paraguas ideológico de otro Accidente Geográfico:“Iberoamérica”.

Así, el dispositivo “exposición” se revela como algo maleable, como un espacio/tiempo de negociación simbólica compleja e históricamente constante, cuyas certidumbres dependen de las agendas geopolíticas. Estas tensiones y disputas de sentido que Accidentes Geográficos desea activar, deben considerarse como un punto de fuga frente al régimen visual que insiste en ver en Abya Yala (América), y en el Ecuador, un repertorio de imágenes exóticas y a la vez dolientes, cuyo emblema oficial podría ser el mural del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín en el aeropuerto madrileño de Barajas, comisionado en 1982 por el gobierno español de Felipe González.

La cartografía y la geografía, como prácticas disciplinares modernas, han producido una serie de nociones sobre el lugar y el territorio de distinta vigencia en el tiempo. En el caso del Ecuador, su posición “en la mitad” del globo, del mundo, no sólo es un tópico sino una caracterización de fuertes resonancias coloniales. Ante el peso histórico del mapa plano y la urgencia paisajística occidental por naturalizar los territorios otros, irrumpe la “falla”, el accidente que complejiza las experiencias de medición, descripción o tránsito.

Los Accidentes Geográficos son también la metáfora posible para abordar a una serie de artistas y obras producidas en/desde el Ecuador en un corte temporal 2005-2018, cuyo ámbito de reflexión es la anomalía, la pérdida del centro de gravedad, la alteración paisajística, el inventario de fisuras históricas o la desnaturalización del espacio nacional.

Este conjunto de artistas, incluidos los comisarios, a partir de mediados de la década del 2000, iniciaron una interpelación sobre “la vida desde algunos lugares del Ecuador”, abordando la coyuntura política con distintos niveles de intensidad y desde aristas variadas. Produjeron una serie de Accidentes Geográficos que permitieron que sus cuerpos jueguen en un mapa trazado por movimientos relativamente cercanos: emergencia de colectivos, estrategias festivas, circuitos alternos, memoria comunitaria, escritura propia.

“Alrededor de 2012, ese escenario de país se fue diluyendo; varios de estos artistas se involucraron en la nueva institucionalidad cultural, la academia o el mercado del arte. Cada unx tropezó en distintos puntos y ahora, en 2018, volvemos a mirarnos para contar lo sucedido en el tiempo. Hemos mutado y continuamos habitando/recorriendo las irregularidades del territorio/paisaje. Este ciclo artístico 2005-2018 va paralelo al último período de inestabilidad democrática y el establecimiento del régimen del partido Alianza País. Por esto, la propuesta curatorial no es el resultado de una investigación previa, sino que impulsa una modalidad de investigación y escritura en sí misma, simultánea, en torno al antes, durante y después de este intenso período político y económico que influenció las formas de hacer arte en el Ecuador, en el contexto de la corriente regional denominada ‘socialismo del siglo XXI’”, apuntan los curadores.

Accidentes Geográficos pone así en diálogo obras y procesos artísticos del período 2005-2018 para ubicar en las rupturas y continuidades los efectos a escala íntima y colectiva de este arco temporal de doble vía entre Ecuador y España, entre la Exposición Histórico Americana de Madrid 1892 y el presente.

ALGUNOS ARTISTAS Y SUS OBRAS

Desde la ciudad o el campo, la obra de Juana Córdova (Cuenca, Ecuador, 1973) busca cuestionar o reflexionar sobre el rol del individuo en la sociedad contemporánea y su relación con la naturaleza. Sus instalaciones y objetos generalmente expresan preocupación por el medio ambiente. Para esta exposición, presenta Lugar Protegido, una instalación compuesta por una planta de sábila (Aloe) construida en plata, que habla de una práctica tradicional de las culturas indígenas de Los Andes y que se puede ver aún en la actualidad, sobre todo en zonas rurales. La capacidad protectora de esta planta, colgada con una cinta roja por encima de la puerta principal de la vivienda funciona como amuleto contra malas energías y enfermedades.

El video Glitch Ecuador, de Ilich Castillo (Guayaquil, 1978), se basa en un documental anónimo hallado por el artista, un material que se identifica como Archivo de Videos Educativos. En su afán didáctico, la noción de país que presenta condensa los repertorios clisés de la identidad ecuatoriana. Castillo lo desmantela y reestructura distinguiendo cuatro partes que ejemplifican movimientos convencionales de la cámara construyendo una representación “objetiva”. El glitch natural del material fílmico, producido por la precaria realización y el desgaste, descodifica, pervierte y deforma la imagen santiguada de país.

En su práctica, Angélica Alomoto (1978) conjuga activismo y arte. Indaga en las estéticas occidentales (institucionalizadas) e institucionales del arte reproducidas en el contexto ecuatoriano. Desde las estéticas interculturales construye discursos que cuestionan lo estético-político del arte. La artista reflexiona sobre el rol del arte y del artista en la sociedad actual, utilizando técnicas “artesanales” y materiales no tradicionales. En esta muestra, presenta trabajos relacionados con sus investigaciones sobre el ritual, el cuerpo y la imagen en las prácticas artísticas andino-amazónicas, ahondando en las categorizaciones que se les otorga a “otras” prácticas artísticas, denominadas “artesanías”, “arte indígena” y “cine indígena”.

De manera similar, Karina Cortéz Ruiz (Quito, 1982), artista multidisciplinaria, gestora cultural e investigadora, cuestiona en su video performance multicanal Contenidos y contenedores (Serie Territorios y Propiedades) un ritual basado en la de-construcción y la re-significación que busca conciliar la memoria individual y colectiva, a través de la experiencia de habitar el paisaje y la cultura para establecer un diálogo entre dos cosmovisiones: la occidental y la indígena. La obra se compone de cuatro video-performances que critican el poder económico del capitalismo frente al saber y el sentir de la cultura andina.

María Teresa Ponce (Quito, 1974) expone parte de su serie Oleoducto (2006 al presente), en las que los protagonistas son oleoductos como símbolos de poder para unas élites, y símbolo de promesas rotas para la mayoría de la población. Las fotografías a gran escala documentan las rutas de varios oleoductos en tres países sudamericanos: Argentina, Ecuador y Venezuela. Las imágenes de diferentes paisajes a lo largo de esta trayectoria capturan las personas, los escenarios y las actividades que coexisten con el oleoducto.

Push Up The Frame, de Santiago Reyes (Quito, 1971), es un “performance en carne y hueso”, pintado al óleo frente al paisaje y estampado con el pecho en el museo. La acción consiste en pintarse sobre el torso mirado a través de un espejo el paisaje observado, para transferirlo luego con flexiones de pecho, tal máquina estampadora, sobre lienzos hasta que este (el paisaje) desaparezca. Manipulando lo interior y el exterior, lo inverso y el reverso, el reflejo y la transferencia, el florecimiento y el desvanecimiento, el ejercicio y el agotamiento, el artista quiteño utiliza su cuerpo como lienzo y al mismo tiempo pincel para convertirlo en canal analógico que reproduce lo que observa.

ACCIDENTES GEOGRÁFICOS. ARTE CONTEMPORÁNEO DE ECUADOR 2005-2018

 

 

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May 14, 2018

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La Neomudéjar reunirá el trabajo de artistas locales

La muestra se inaugurará el 30 de mayo y pone en diálogo obras y procesos artísticos hechos entre 2005 y 2018. Foto: cortesía de David Guzmán

 

16 creadores y colectivos ecuatorianos contemporáneos expondrán sus obras en Madrid, en la muestra Accidentes Geográficos, curada por Dayana Rivera y Fabiano Kueva.

Accidentes geográficos es una muestra que reunirá el trabajo de 16 artistas y colectivos ecuatorianos contemporáneos en el Museo C.A.V. La Neomudéjar, en Madrid.

Comisariada por Dayana Rivera y Fabiano Kueva, esta exposición se inaugurará el próximo 30 de mayo y estará abierta hasta el 5 de agosto.

Según sus curadores, este trabajo “es un gesto que revisa la tradición de las “exposiciones” como forma de relacionamiento entre la metrópoli y las (ex)colonias, apunta a la suspensión de ciertas retóricas vigentes desde hace siglos y al paréntesis en imaginarios recientes”.

Así, un antecedente fundamental para esta exploración es la Exposición Histórico Americana de Madrid 1892, organizada por España por el cuarto centenario de la irrupción ibérica en América.

Accidentes Geográficos surgió en junio 2017 en Madrid en una visita de Fabiano y Dayana a La Neomudéjar.

El espacio se mostró interesado en su trabajo, ya que además  han sido contadas las muestras en Madrid que incluyen a artistas ecuatorianos.

El museo acogió la propuesta en octubre de 2017 y se ensayaron formas de financiamiento en España, pero no resultaron, así que el proyecto se gestó con los fondos concursables del Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades (Ifiac), y recursos propios.

“Accidentes Geográficos son también la metáfora posible para abordar a una serie de artistas y obras producidas en/desde Ecuador en un corte temporal 2005 – 2018 cuyo ámbito de reflexión es la anomalía, la pérdida del centro de gravedad, la alteración paisajística, el inventario de fisuras históricas o la desnaturalización del espacio nacional, reflexionan sus comisarios”.

Los artistas seleccionados son Angélica Alomoto, Valeria Andrade, Raúl Ayala, Ilich Castillo, Juana Córdova, Karina Cortez, Alexandra Cuesta, Frente Revolucionario Unidad Pelota Cuadrada (Ana Carrillo y Karen Solórzano), David Jara, Ñukanchik Pipol (Melina Wazhima y Juan Pablo Ordóñez), Teresa Ponce, Christian Proaño, Santiago Reyes, y Paúl Rosero.

Sus obras se sitúan en dos momentos del corte 2005-2018, “uno digamos de órbita inicial y obras recientes, incluso hechas específicamente para Accidentes, además de obras site-specific como las que Santiago Reyes y Raúl Ayala realizarán, pues son nuestros dos artistas en residencia”, dice Kueva.

La exposición combina artistas que estuvieron ligados a procesos colectivos en el 2000 con otros cuyas propuestas son más personales y con quienes desde fuera de Ecuador activan preguntas referidas a debates locales.

Entre las obras claves de periodo que serán expuestas  está Oleoducto, de María Teresa Ponce; Prácticas suicidas, de Valeria Andrade; Romper la ley, de Christian Proaño; Picnic, de Angélica Alomoto, o Lugar protegido, de Juana Córdova.

El corte 2005-2018 se refiere al momento de ebullición de las prácticas artísticas en colectivos.

“Muchos de los actores claves de ese período nos involucramos en la naciente institucionalidad cultural, en la academia o la carrera orientada hacia el circuito del arte regional y global. De algún modo, Accidentes… es un balance provisional sobre las ideas y las experiencias de vida y trabajo de un grupo de artistas en el período reciente de intensidad geopolítica”, apunta Kueva. (I)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/1/neomudejar-artistaslocales-accidentesgeograficos

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May 9, 2018

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Accidentes Geográficos

El Museo C.A.V. La Neomudéjar, Madrid
Del 30 de mayo al 5 de agosto de 2018

Comisariada por Dayana Rivera y Fabiano Kueva

Artistas participantes: Angélica Alomoto, Valeria Andrade, Raúl Ayala, Ilich Castillo, Juana Córdova, Karina Cortez, Alexandra Cuesta, Frente Revolucionario Unidad Pelota Cuadrada (Ana Carillo y Karen Solórzano), David Jara, Ñukanchik Pipol (Melina Wazhima y Juan Pablo Ordóñez), Teresa Ponce, Christian Proaño, Santiago Reyes y Paúl Rosero.


La imagen de ACCIDENTES GEOGRÁFICOS está basada en la fotografía original de A. Martinez, “Camino al Puyo”, c.1900. Archivo Histórico Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador.

 

El Museo C.A.V. La Neomudéjar, con el auspicio del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador a través del Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades, y la Embajada del Ecuador en España, presenta ACCIDENTES GEOGRÁFICOS, una exposición que reúne la obra de 16 artistas y colectivos ecuatorianos contemporáneos, cuyas pequeñas geografías nos invitan a ejercitar la mirada sobre un posible mapa del Ecuador. Este ciclo expositivo incluye varias actividades educativas dirigidas al público de Madrid y la comunidad de ecuatorianos que viven y trabajan en esta ciudad.
Info: www.accidentesgeograficos.net

 

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May 8, 2018

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“Mission Impossible”

Kunstzentrum Karlskaserne , Ludwigsburg
Del 26 de abrii al 3 de junio de 2018

Artistas participantes: Till Ansgar Baumhauer (Alemania), Juana Cordova (Ecuador), Tine Schumann (Alemania) y Ricardo Coello Gilbert (Ecuador)

Fotografías: Daniela Wolf

La exposición “Misión Imposible” aborda el encuentro entre dos culturas, la transformación y la reorientación, así como la manifestación del poder en posiciones artísticas. Examina los rastros y recuerdos de la Conquista española en América Latina en el siglo XVI. Al mismo tiempo, las referencias al progreso actual de la globalización se hacen visibles.

Surgen procesos en los que no solo se amplían las zonas de influencia económica, sino que también se otorgan carácter universal a cuestiones centrales del presente, como la sostenibilidad, el cambio climático y la integración internacional.

 

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March 24, 2018

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Obras de Marcelo Aguirre y Juana Córdova habitarán en la Torre Seis

El edificio de hormigón visto está diagonal a la Plaza Argentina, en el norte de Quito, y exhibe dos piezas en gran formato de los artistas ecuatorianos, cuyas obras fueron financiadas por la empresa constructora Semaica y Nuovit.


El artista quiteño Marcelo Aguirre pintó un cuadro en gran formato en el que recrea una gran espiral -como símbolo de vida- que nace de un individuo. En la imagen derecha, la artista cuencana Juana Córdova, radicada más de siete años en Santa Elena, usó palos de diversos árboles tropicales para armar su pieza. Foto: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO

El invierno de 2017 fue considerado el más fuerte de los últimos 19 años -según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología- y provocó -además de inundaciones y otros problemas- que  ríos de la Costa ecuatoriana salieran al mar, como el Ayampe y el de las Tunas.

Esto generó que las playas se llenaran de palos de diferentes tipos de especies de arbustos y árboles, “como el guachapele, el bejuco o el muyuyo”, comentó la artista cuencana Juana Córdova, quien hace más de siete años vive en Santa Elena y cuya obra se nutre y gesta a partir del entorno único que habita.

Durante sus frecuentes recorridos por la playa -que le sirven para pensar sobre su trabajo creativo-, la artista   coleccionó palos que tenían características singulares. Sin saber aún qué hacer con ese material, Córdova recibió una invitación de la historiadora de arte y curadora Giada Lusardi para participar en un proyecto que implicaba la realización de una obra que iría en el lobby de la Torre Seis.

La artista elaboró una estructura en gran formato -a la que llamó ‘Creciente’- usando los palos que recolectó y recreó a la entrada del   edificio quiteño una especie de cascada orgánica que contiene y retrata la fuerza de la naturaleza costera.

Esta pieza de Córdova fue seleccionada con otra de Marcelo Aguirre -de un total de 5 propuestas de diversos artistas- para ser ubicada en el lobby de la Torre Seis, una construcción contemporánea de hormigón visto -hecha por Semica y Nuovit, y diseñada por Diez+Muller Arquitectos- que se ubica en la avenida 6 de Diciembre y Boussingault, diagonal a la Plaza Argentina.

La empresa constructora de la Torre Seis contrató a Giada Lusardi, que actualmente es profesora de arte en la Universidad Católica, para que hiciera una convocatoria a cinco artistas, quienes tenían que preparar una propuesta de acuerdo a la arquitectura del nuevo edificio.

Los artistas que Lusardi escogió con un comité -dijo- representaban a “diferentes generaciones y procedencias de Ecuador”. Ellos fueron Juana Córdova, Marcelo Aguirre, Paula Barragán, Paúl Rosero y Dennys Navas.

Solo una obra debió ser elegida, pero por la alta calidad de los trabajos se escogió a dos. “Convocamos a artistas con líneas heterogéneas que debían hacer una propuesta a partir de sus búsquedas individuales. Luego se duplicó el presupuesto por la calidad de los trabajos para producir dos obras”, dijo Lusardi.

La obra de Juana Córdova parte de una serie de trabajos de tipo vivencial que realiza  hace más de siete años, que es el tiempo que vive en  Santa Elena junto con su esposo, Sebastián  Malo, diseñador gráfico que colabora en sus proyectos.

“Los recorridos por las playas se han vuelto una forma de trabajar. Caminando encuentro el tiempo para pensar en las ideas. El ambiente marino envuelve mis obras. Plumas, piedras, conchas, arena, incluso el sonido del mar son materiales para mis propuestas”, dijo Córdova, quien esta semana estuvo en Quito en el acto de develación de las obras.

La obra del artista quiteño Marcelo Aguirre, en cambio, es un cuadro en gran formato -ubicado en una pared interna de la Torre Seis-, en el cual aparece una espiral gigante que se origina de un individuo pintado en la esquina inferior derecha de la pieza.

“Pensé en una imagen que   lleve al espectador a un estado reflexivo, de contemplación. Imaginé un trabajo más bien simbólico y se me vino a la cabeza una espiral, símbolo de vida, de crecimiento, que encontramos en toda la naturaleza. Entonces, el espectador se adentra en el mundo de la espiral, que nace de un personaje”, dijo Aguirre.

Esteban Sevilla, gerente general de Semaica, dijo durante el acto de develación de las obras que, como empresa privada de construcción, “no solo debemos fomentar a artistas plásticos, sino que hay que incrementar el valor patrimonial del edificio. Queremos romper la idea de que el arte solo se puede disfrutar en museos o centros culturales, y permitir que en espacios cotidianos y públicos de circulación pueda lucirse arte de alta calidad”. (I)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/1/obras-de-marcelo-aguirre-y-juana-cordova-habitaran-en-la-torre-seis

 

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August 6, 2017

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La Intimidad es Política: Sexo, Género, Lenguaje, Poder

Centro Cultural Metropolitano – MET Quito

Del 29de julio al 29 de octubre de 2017
de 10:00 a 17:00 horas

Curaduría: Rosa Martínez
Artistas y Colectivos participantes: Amal Kenawy (Egipto) • Cristina Lucas (España) • Guerrilla Girls (E.E.U.U.) • Juana Córdova (Ecuador) • Katia Sepúlveda (Chile) • Marina Abramović (antigua Yugoslavia) • Mujeres Creando (Bolivia) • Mujeres y hombres de comunidades indígenas zapatistas de Chiapas (México) • Nora Pérez (Guatemala) • Núria Güell (España) • Priscilla Monge (Costa Rica) • Regina José Galindo (Guatemala) • Sandra Monterroso (Guatemala) • Santiago Reyes (Ecuador) • Santiago Sierra (apátrida) • Saskia Calderón (Ecuador) • Zanele Muholi (Sudáfrica)

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El Municipio de Quito, a través de El MetQUITO – Centro Cultural Metropolitano con el apoyo de varias instituciones públicas y privadas, presenta la exposición internacional LA INTIMIDAD ES POLÍTICA, que se inscribe dentro de las actuaciones estratégicas para el fomento de la igualdad y para el acercamiento del arte contemporáneo a los diversos públicos de Ecuador.
El proyecto se presenta en las salas, patios y terrazas del Centro Cultural Metropolitano y se expande a espacios públicos de la ciudad de Quito con el objetivo generar conciencia crítica y debate social a través de las obras de 17 artistas y colectivos originarios de los países Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Egipto, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Sudáfrica o la antigua Yugoslavia. La muestra incluye instalaciones, performances, dibujo, pintura, escultura, videos e intervenciones site-specific que celebran la amplitud de los lenguajes artísticos actuales y su capacidad para transformar la vida en común.
La exposición está curada por Rosa Martínez, primera mujer directora de la Bienal Internacional de Venecia (2005) y de otras bienales internacionales en Estambul, Santa Fe de Nuevo México y Moscú, así como de exposiciones en instituciones como el Guggenheim de Bilbao o la Fundación La Caixa en Barcelona. (www.rosamartinez.com)
En LA INTIMIDAD ES POLÍTICA, específicamente concebida para el MetQUITO, se exploran las formas en que se construyen las subjetividades contemporáneas y se analiza cómo se estructuran las políticas de dominación en torno al sexo, el género, la clase social o la etnicidad a través de las obras de artistas y colectivos.

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Destacados, Publicaciones |

October 23, 2016

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Un Walden propio

Por Rodolfo Kronfle Chambers

 

Casi un lustro atrás, Juana Córdova, en complicidad con su pareja, logró materializar la visión de un proyecto de vida que otorgaría mayor consecuencia al espíritu que permea su obra. Perchado en la punta de un acantilado que araña el viento, al pie del mar, el bunker de cien metros cuadrados donde se mudó para vivir está diseñado no solo para ser morada sino observatorio. Igual que Thoreau y su cabaña en el bosque, a orillas del pueblo, sin desconectarse del mismo, la artista viene realizando un prolongado ejercicio artístico que tiene como sustrato medular las relaciones entre la vida contemporánea y el mundo natural.

Aunque sus obras en esta línea preceden por años la mudanza, es cierto también que el nuevo paisaje ha dado mayor vuelo a su trabajo. La casa dobla como un laboratorio donde va acopiando diversos materiales que estudia con detenimiento, y un taller de manualidades donde los convierte en nuevas formas sensibles.

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Chapuletas (2016)  / Alas nocturnas (2016)

Algunas obras parten simplemente de la mirada desinvolucrada: sus videos recientes abordan –con cierta distancia objetiva manifestada en planos fijos– la interrelación entre los ciclos de vida y muerte, o los destinos fatales de la atracción; es la naturaleza a la deriva de sus propios dispositivos. Pero hay otros trabajos posteriores en los cuales –como fluyendo dentro de los mismos meandros del pensamiento– se resucita simbólicamente los despojos de sus protagonistas. Basta notar cómo los mismos insectos que revolotean cautivados por la luz en Chapuletas (2016) proveen la materia prima para creaciones como Alas nocturnas (2016), donde los cadáveres de lepidópteros son reutilizados en un manto que ostenta transparencias y un sinfín de micropatrones que parece hablar de la levedad de nuestra propia existencia.

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 Peso muerto (2014) / Pleamar (2013)

Algo similar se perfila en el destino de los huesos de la ballena que aparece en Banquete (2014) y Peso muerto (2014) que, luego de la labor de profilaxis ecológica que realizan los gallinazos, servirán de molde para instalaciones como Pleamar (2013), Vértebras (2014), Costillas (2014), Escápulas (2014) o Falanges (2014). La lección de anatomía descriptiva en que se torna el fantasma del esqueleto al ser replicado en livianas esculturas modeladas en papel araña es metáfora en sí de otro tipo de operación que parece meditar alrededor de la restauración de un equilibrio natural. No importa si se trata de un bicho en apariencia insignificante, o de un imponente cachalote, la magnificencia y fragilidad de su presencia participa de la misma corriente vital.

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Caminatas (2014)

Otros trabajos actúan como ejercicios de contraste, piezas donde la artista adquiere un rol más protagónico implementando métodos de investigación cuyos procedimientos nos aproximan vagamente a la ciencia; nada inusual para alguien cuya producción ha estado por años empeñada en difuminar creativamente la investigación botánica. El conjunto de treinta paneles que compone Caminatas (2014), por ejemplo, recoge muestras de materiales pequeños (de origen industrial o natural) en las playas próximas a su casa, registrando y mapeando su ubicación. Esta suerte de bitácora invita, –como en la arqueología– a entender un comportamiento a partir de la recopilación y estudio de rastros y evidencias. Inmóviles al interior de medallones de acrílico, similares a placas de Petri, podemos auscultar diversos residuos de polietileno, plástico o pequeños trozos de vidrio confrontados con conchas, corales y plumas. Cada panel actúa como una radiografía del lugar, y todos los elementos aislados de esta forma contienen una extraña belleza difícil de arrancar de algo tan ínfimo. Esta pieza encierra además aquel ingrediente clave de la cotidianidad que cobra presencia desde la mudanza: la fascinación que se puede extraer en las derivas del día a día cuando se está atento a los alrededores, particularmente si se trata de un entorno privilegiado.
Este tipo de “trabajo de campo” ha ido cobrando más y más importancia en sus faenas, donde las prospecciones, reconocimientos de terreno y hallazgos fortuitos se vuelven una parte fundamental –aunque no siempre visible– de las obras. Córdova ha venido desarrollando de manera lúdica y sin un programa premeditado metodologías afines a diversos campos del saber. La perforación circular que realiza en el medio de un fósil de lo que parece ser una gran concha que encontró podría formar parte del protocolo de un estudio tafonómico, pero luce ahora, en su despliegue estetizado, como una silenciosa oda al paso del tiempo (Fósil, 2016). La cautivante abstracción, que registra como indicador las capas de sedimento en el perfecto cilindro resultante, dialoga líricamente con la forma irregular que le da origen. Un tanto como poder comparar una escultura de piedra junto al bloque del cual nace.

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Fósil (2016) / Vuelo de rutina (2016)

Vuelo de rutina (2016) supone otro ejemplo de estos entrecruces donde Córdova traduce una investigación científica a una formulación poética. La instalación muestra una composición de arreglos semiesféricos de plumas sobre una superficie de arena, la disposición general de estos es dictada, sin embargo, por la interpretación gráfica en un mapa de los lugares de alimentación y anidamiento de aves. La información provista por un científico de la zona, corresponde al territorio que circunda la vivienda de la artista, por lo que bien pueden extrapolarse sus sentidos como metáfora de las demandas del propio hábitat, de la intimidad y las necesarias relaciones con el mundo exterior, de la propensión a la evasión y el anclaje en las premisas más duras de la realidad. Estas lecturas de corte más íntimo conectan con piezas de años atrás, como el video Límite (2008), donde globos negros y blancos se inflan y desinflan compitiendo por el espacio restringido que encierra una casita de vidrio, y donde Córdova rozaba ya el tema de las tensiones propias de la convivencia.
Recoger, acumular, reunir, preservar, examinar, catalogar, descifrar, mirar, estudiar, investigar, cambiar, organizar, archivar, cruzar referencias, enumerar, ensamblar, categorizar, clasificar y conservar lo efímero (Allen Ruppersberg, “Fifty Helpful Hints on the Art of the Everyday”, en The Secret of Life and Death, 1985).
Las vertientes artísticas que se mostraron preocupadas por la degradación acelerada de la naturaleza en manos del hombre tomaron –a breves rasgos– dos grandes trayectorias: la de corte más activista, que alerta, señala o advierte de forma directa los desatinos de la actividad humana, y otra, de invocaciones más líricas, que procura acercar al espectador al problema a partir de sugestiones. Córdova se encuentra en este segundo grupo donde presta atención a lo corriente, alejado de lo heroico o espectacular, en un intento por extraer el asombro de lo habitual y frecuente, y al hacerlo integrar lo más posible arte y vida. Su trabajo puede clasificarse, inclusive, bajo la estimulación primaria que logra en cada uno de los cinco sentidos y las sensaciones de sinestesia que propicia a partir de lo que tenemos en frente. En los caracoles de Corriente blanca (2013) imaginamos el bramido del mar, así como sentimos que algo nos susurra en Último aliento (2004); imaginamos el gusto y el aroma de las plantas de su Botica (2007), y acariciamos visualmente las texturas de sus “nudos”, “pañuelos” y “manteles”.

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Botica
 (2007) / Corriente blanca (2013)

En suma, el corpus de obra, aunque uno pueda perderse en la delicadeza de los objetos en tanto manualidades fruto de la más cultivada paciencia, se basa en la observación. En sintonía con las reflexiones y temas de Thoreau recogidas en Walden, la vida en los bosques, la artista parece querer acercarse a una comprensión de las reglas de la naturaleza y las lecciones secretas que encierra: si hay algo que englobe de forma comprensiva el recorrido por esta exposición es la forma sutil como se conectan las cosas, las causas y los efectos; es una puesta en valor de la introspección y del instinto. La naturaleza ya ha sido transcrita de mil formas, y ciertamente se ha abusado de ella en representaciones sensibleras, pintorescas o anecdóticas. Córdova apunta a rebasar la documentación y similitud creando modelos equivalentes de ella, capaces de encerrar su sustancia e identidad, y donde se afirme su afecto hacia la vitalidad inscrita en lo material. Depende de cada quien descubrir el espíritu de reconciliación que cada obra propone.

Guayaquil, junio de 2016 

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Exhibiciones |

October 23, 2016

| Administrador

De la tierra a la tierra

Sala 5 del Centro Cultural Metropolitano – MET Quito
Del 25 de octubre al 15 de diciembre de 2016
de 10:00 a 17:00 horas

Gracias al patrocinio del Instituto de Artes de California – CalArts

Curaduría: Bea Conte
Artistas participantes: Bridget Batch, Ilich Castillo, Juana Córdova, Beatriz Cortez, Stephanie Deumer, Kyle Johanson, Andre Keichian, Elena Lavellés y Elizabeth Webb, Kang Seung Lee, Paúl Rosero Contreras.

De la tierra a la tierra es una exposición que se enfoca en la intensa relación entre sociedades de consumo y entornos naturales o creados por acción humana. Pasando por reflexiones sobre la ocupación del territorio hasta la objetivación de la mujer, esta muestra reúne artistas de diferentes procedencias trabajando bajo marcos conceptuales que incluyen teorías especulativas, ideas sobre la transformación de la geografía y la posibilidad de un futuro multidimensional.

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